Llegamos a Goa, con la idea de disfrutar de una semanita de auténtica tranquilidad; y así fue.
Nuestro hostal era un remanso de paz vegano (no tenían de comer absolutamente nada procedente de los animales). Desayunábamos leche de coco, mantequilla y salchichas de tofu, alubias, manteca de cacachuete, pan integral...
Nuestros días, básicamente consistían en ir a majestuosas playas, tumbarnos en tumbonas y disfrutar del sol mientras bebíamos cerveza y refrescos a módicos precios.
Por la noche, se celebraban fiestas en la playa; cada día se encargaba de organizarla un chiringuito diferente.
En la mayoría predominaba la música electrónica trance, aunque también tuvimos la suerte de poder asistir a una fiesta con música reggae donde Uriarte y Ruiz, no dudaron en saltar a la pista de baile para demostrar sus raíces jamaicanas.
El show de las fiestas, dependía de la droga que rulase: desde animación a cargo de un dj, a bailes y malabarismos pirotécnicos.
La música que retumbaba en nuestros oídos no era de nuestro estilo, sin embargo, Ruiz y Alejo no dudaron en acudir a la fiesta mas trance del lugar. Allí conocieron a los miembros de la Nobleza de Goa, dícese del personaje extraño entre 20 y 60 años, que combina el MDMA, la Coca, y demás psicotrópicos consiguiendo sorprendentes facultades para bailar sin parar hasta las 7 de la mañana (eso si, siempre con un botellín de agua en la mano que sirve para habituallarse periódicamente)
Para los de Bolonia: el mejor yonki de cada casa; todo un espéctaculo digno de ver; el Cirque du Soleil de Barranquillas.
Entre las playas, nos encontramos de todo. La primera que visitamos, bastante cerca del hotel, era la más pequeña y menos atractiva...pero con encanto. Y es que vimos como un perro atacaba a una vaca saltándole al cuello. La res, consiguió salvar su vida introduciéndose en un puestillo galopando como alma que lleva el diablo. Milagrosamente, no rompió nada.
Anjuna, que fue nuestro campamento base, estaba lleno de rusos (al igual que todo el norte de Goa), de modo que cuando íbamos a los restaurantes, el primer menú que nos ofrecían estaba en este idioma.
Esta playa era grande y con el gentío, tenía bastante vidilla.
De hecho, tenía un mercadillo inmenso abierto cada miércoles, el Flea Market, donde podías encontrar de todo: ropa, joyas, cuadernos, comida, música en directo...
El tercer día, decidimos ir andando a otra playa, Baga, que supuestamente estaba al lado de Anjuna: ¡NUNCA MÁS! La caminata bajo el sol insufrible fue una tortura y además la playa no nos gustó nada.
Por último, descubrimos Palolem. Playa tropical, un auténtico paraiso. Sin tantos bares, se respiraba la paz, y a unos cuantos metros, se divisaba un islote al que Uriarte y Juan, acudieron nadando (una vez allí, no encontraron nada que no fueran cangrejos).
Pero no todo fue relax y vaguear, también dedicamos tiempo a descubrir los encantos de las ciudades de la región.
Fuimos a visitar Vieja Goa y Panjim.
Goa es el único estado cristiano de la india, y por lo tanto, nuestro turisteo consistió en ver iglesias, algunos monumentos y museos.
Entre las iglesias que vimos, se encontraba la más grande de India, y una basílica en la que estaba enterrado Francisco Javier.
Para termiar esta entrada, le tenemos que dedicar un especial a Alejo. El espíritu salvaje de Goa se apoderó de él poseyéndolo y elevándolo un estado de locura.
En la primera salida, se alejó solitariamente por la playa con la intención de divisar la luna y las estrellas.
La segunda noche, decidió comprar la resistencia de la mosquitera, y saltó encima de ella. Imaginaos cual fue el resultado.
La tercera noche, decidió encerrar a Ruiz y Uriarte en su habitación por la noche....sorpresa cuando quisieron salir a mear por la mañana.
La cuarta noche, se acercó al retrete y cuando saco la colita, un sapo le saludó desde las profundidades del WC. Sobresaltado, se escapó corriendo, y se encontró con un gato pulgoso y medio muerto...al que salvó la vida: lo cogió y lo metió en la ducha para desparasitarlo y devolverle la alegría de vivir. Que Shiva se lo pague.
Y seguro que hizo alguna más, pero lo vamos a dejar ahí...
P:D: Goa tuvo una despedida como Ganesha manda. La última noche, mientras veníamos de retirada hacia el hotel, oímos varios gritos. Dos motoristas se pararon en medio de la carretera.
Uno preguntaba: What?
El otro gritaba: MOTHER FUCKER!!
Uno estaba desconcertado, sin saber que pasaba exactamente.
El otro tenía las ideas muy claras.
Se bajó de la moto, cogío su guitarra y se la reventó al otro en la cabeza.
La víctima intentó escapar, pero no fue suficientemente rápido, y se llevó otro guitarrazo en la espalda.
Al final, huyó y el otro, no contento todavía, le tiró la moto al suelo con intención de romperla.
Ahí queda eso...
Nuestro hostal era un remanso de paz vegano (no tenían de comer absolutamente nada procedente de los animales). Desayunábamos leche de coco, mantequilla y salchichas de tofu, alubias, manteca de cacachuete, pan integral...
Nuestros días, básicamente consistían en ir a majestuosas playas, tumbarnos en tumbonas y disfrutar del sol mientras bebíamos cerveza y refrescos a módicos precios.
Por la noche, se celebraban fiestas en la playa; cada día se encargaba de organizarla un chiringuito diferente.
En la mayoría predominaba la música electrónica trance, aunque también tuvimos la suerte de poder asistir a una fiesta con música reggae donde Uriarte y Ruiz, no dudaron en saltar a la pista de baile para demostrar sus raíces jamaicanas.
La música que retumbaba en nuestros oídos no era de nuestro estilo, sin embargo, Ruiz y Alejo no dudaron en acudir a la fiesta mas trance del lugar. Allí conocieron a los miembros de la Nobleza de Goa, dícese del personaje extraño entre 20 y 60 años, que combina el MDMA, la Coca, y demás psicotrópicos consiguiendo sorprendentes facultades para bailar sin parar hasta las 7 de la mañana (eso si, siempre con un botellín de agua en la mano que sirve para habituallarse periódicamente)
Para los de Bolonia: el mejor yonki de cada casa; todo un espéctaculo digno de ver; el Cirque du Soleil de Barranquillas.
Entre las playas, nos encontramos de todo. La primera que visitamos, bastante cerca del hotel, era la más pequeña y menos atractiva...pero con encanto. Y es que vimos como un perro atacaba a una vaca saltándole al cuello. La res, consiguió salvar su vida introduciéndose en un puestillo galopando como alma que lleva el diablo. Milagrosamente, no rompió nada.
Anjuna, que fue nuestro campamento base, estaba lleno de rusos (al igual que todo el norte de Goa), de modo que cuando íbamos a los restaurantes, el primer menú que nos ofrecían estaba en este idioma.
Esta playa era grande y con el gentío, tenía bastante vidilla.
De hecho, tenía un mercadillo inmenso abierto cada miércoles, el Flea Market, donde podías encontrar de todo: ropa, joyas, cuadernos, comida, música en directo...
El tercer día, decidimos ir andando a otra playa, Baga, que supuestamente estaba al lado de Anjuna: ¡NUNCA MÁS! La caminata bajo el sol insufrible fue una tortura y además la playa no nos gustó nada.
Por último, descubrimos Palolem. Playa tropical, un auténtico paraiso. Sin tantos bares, se respiraba la paz, y a unos cuantos metros, se divisaba un islote al que Uriarte y Juan, acudieron nadando (una vez allí, no encontraron nada que no fueran cangrejos).
Pero no todo fue relax y vaguear, también dedicamos tiempo a descubrir los encantos de las ciudades de la región.
Fuimos a visitar Vieja Goa y Panjim.
Goa es el único estado cristiano de la india, y por lo tanto, nuestro turisteo consistió en ver iglesias, algunos monumentos y museos.
Entre las iglesias que vimos, se encontraba la más grande de India, y una basílica en la que estaba enterrado Francisco Javier.
Para termiar esta entrada, le tenemos que dedicar un especial a Alejo. El espíritu salvaje de Goa se apoderó de él poseyéndolo y elevándolo un estado de locura.
En la primera salida, se alejó solitariamente por la playa con la intención de divisar la luna y las estrellas.
La segunda noche, decidió comprar la resistencia de la mosquitera, y saltó encima de ella. Imaginaos cual fue el resultado.
La tercera noche, decidió encerrar a Ruiz y Uriarte en su habitación por la noche....sorpresa cuando quisieron salir a mear por la mañana.
La cuarta noche, se acercó al retrete y cuando saco la colita, un sapo le saludó desde las profundidades del WC. Sobresaltado, se escapó corriendo, y se encontró con un gato pulgoso y medio muerto...al que salvó la vida: lo cogió y lo metió en la ducha para desparasitarlo y devolverle la alegría de vivir. Que Shiva se lo pague.
Y seguro que hizo alguna más, pero lo vamos a dejar ahí...
P:D: Goa tuvo una despedida como Ganesha manda. La última noche, mientras veníamos de retirada hacia el hotel, oímos varios gritos. Dos motoristas se pararon en medio de la carretera.
Uno preguntaba: What?
El otro gritaba: MOTHER FUCKER!!
Uno estaba desconcertado, sin saber que pasaba exactamente.
El otro tenía las ideas muy claras.
Se bajó de la moto, cogío su guitarra y se la reventó al otro en la cabeza.
La víctima intentó escapar, pero no fue suficientemente rápido, y se llevó otro guitarrazo en la espalda.
Al final, huyó y el otro, no contento todavía, le tiró la moto al suelo con intención de romperla.
Ahí queda eso...
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