Sábado 12, primer día que tenemos libre. Dedicamos la mañana a ir al supermercado y hacer la compra de la semana. Nuestra primera comida: espaguetis cocinados en una vitro portátil donde la temperatura mínima es de 300º y en unas sartenes y cazuelas de "papel".
Ruiz ya había comentado que tiene una conocida trabajando en Bangalore, así que decidimos quedar con ella y así conocimos a Maddalen, "La Salvadora". Lleva más o menos medio año viviendo aquí y se maneja a la perfección, y así nos lo demuestra al negociar con los conductores de rickshaw. Nos enseña Bangalore y a guiarnos por la ciudad, empezando con un primer paseo por Mahatma Gandhi Road (MG Road) y Brigade Road.
Primeras impresiones: la polución se puede mascar directamente, muchas luces que nos recuerdan a un quiero y no puedo de la 5º avenida de NY ya que la suciedad y los puestuchos se mezclan entre los escaparates de las multinacionales (Nike, Levis, Apple...).
Es chocante ver como la pobreza más extrema se mezcla con los símbolos del capitalismo occidental. Mientras nosotros lo miramos con la boca abierta, la gente no se para ni a contemplar.
Después de la vuelta, Maddalen nos lleva a un garito muy occidental, pero muy guapo: Monkey Bar.
Buena música (Red Hot, REM, Sublime, MIchae Jackson...) y mejor decoración. ¡Tenía hasta DJ!
Mientras cenamos, el espíritu de la noche se apodera de los indios, y algunos terminan bailando encima de las sillas.
Llegamos a casa y cuando nos disponíamos a acostarnos, oímos unos ladridos. Ainhoa se acerca a la ventana, y asombrada descubre que los perros salían a la carretera desde las alcantarillas. Ese es su territorio, es es su reino. Ninguno de nosotros está vacunado contra la rabia, por lo que nos dormimos con la sensación de estar rodeados. La muerte acecha.
Segundo día con Maddalen: nos descubre Comercial Street.
Es un mercado gigante donde los puestos se dividen por gremios, ocupando calles enteras.Pudimos ver tiendas que iban desde telas, zapatos, collares...hasta CDs y DVDs.
Además cerca de estas calles, se encuentra la catedral cristiana Saint Mary, una horterada decorada con neones y una mezquita bastante grande y con potentes altavoces desde los cuáles el Mu'adhdhin llama a sus fieles a la oración.
Entre estas dos construcciones, se puede encontrar también, numerosos templos hinduistas. Todas las religiones se mezclansin conflicto aparente, así que si eres religioso y vives en Bangalore, tienes donde elegir.
Como no es nuestro caso, continuamos andando hasta la calle principal del mercado.
Una vez más, vemos la contaminación de las empresas extranjeras, hasta el punto de encontrar un McDonald's alumbrando un puestillo de artesanía.
Durante el recorrido avistamos humo negro, parece un incendio, pero nadie parece molestarse, por lo que creemos que podría ser basura quemándose, algo típico en Bangalore. ¡Pero NO!
Al poco tiempo acuden policías armados con palos enormes (los "Beltzas" de aquí) y comienzan a dispersar al público para que puedan entrar los bomberos a socorrer lo que al final descubrimos que es un restaurante en llamas.
"Reporteros sin fronteras Ruiz" se posicionó en la línea de frente para lograr un documento gráfico espectacular de la acción policial. Todo los días en la trinchera, jugándose la vida; es el precio del buen periodismo.
Después de esta aventura, Maddalen, nos conduce por 100 feet road, un remanso de paz en medio del caos
de Bangalore. Es una calle larguísima y ancha en la que nadie pita, atestada de tiendas de primera marca, y paralela a 80 feet road, una calle abarrotada de casas pijas.
Para finalizar el paseo, Maddalen nos lleva al paraíso de la cerveza: Toit Bar. En este inmenso bar de tres pisos, pudimos degustar cervezas de todo tipo (amber ale, rubias bashmati, IPAs...) creadas por los dueeños para venta exclusiva en el propio local: ¡Mmmmm 100% Indian!
Terminamos el día cenando en California Pizza Kitchen, donde Alejo decide cogerse la pizza más picante de la carta (no la eligió, le toco...y es que contra el Destino no se puede luchar).
Tercer día, día 14 de enero: cumple de Uriarte.
Empeamos el día despertándole con una grata sopresa: desayuno en la cama incluyendo "tarta artesana" de Nutella.
Obviamente estaba riquísima, solo hay que ver su cara de felicidad.
Mientras desayunábamos en la azotea, vimos que un perro se había caído al río.No tenía como salir, pero tampoco se iba a ahogar, puesto que el agua no cubría lo suficiente. Como existían islas de basura, suponemos que tendría lugares donde comer y descansar: su agonía sería eterna, pero no pudimos evitar pensar que había un enemigo menos acechando a la vuelta de la esquina.
Comimos vainas, amatxus, ¡estaos tranquilas que comemos sano!
Por la tarde, pateada por Russell Market: un verdadero mercado para los indios. Es un edificio construido en su día por los ingleses para los indios, con la intención de mostrar respeto hacia ellos. Como no tenían ni idea de la arquitectura india, copiaron los modelos árabes.Las flores se vendían en la entrada, de esta manera, los ingleses las podían comprar, hacer la obra de caridad de cada día, y no tener que mezclarse con la "chusma" india es su interior. La carne y el pescado por el contrario, se vendía al fondo, para evitar conflictos entre la gente que comía carne y la que no.
Nosotros, como no somos ingleses, sino vascos (y encima hay uno de Bilbao), nos adentramos en las profundidades del mercado, acabando a callejuelas muy estrechas que daban paso al mercado visitado en el día anterior. Menos mal que Maddalen nos guíaba. Circulaba mucho musulmán, y Ainara se vio intimidad en más de una ocasión.
Entre calles, ¡sorpresa! ¡Una vía entera dedicada a la fabricación artesanal de ataúdes (a medida)!
Para finalizar la ruta, tomamos un chai: té especiado con leche, muy popular en estas calles.
A continuación, visitamos el Hard Rock Cafe Bangalore, donde flipamos con la decoración (trajes de Eric Clapton, discos de oro de Pearl Jam, guitarras de Social Distortion, Bush...). Khan, un pesado pero carismático camarero, nos sirvió las que probablemente sean las cervezas más caras de la ciudad.
Para finalizar el día, acudimos al Empire Hotel, que no es hotel pero si restaurante. ¡Qué grandes son!Al fin cenamos comida india de verdad. Elegimos lo menos picante y aún así pica que se jode.
Toda la cena, costó menos que las cervezas del bar.
Desde aquí, queremos darle las gracias a Maddalen por habernos instruido tan bien.
ESKERRIK ASKO!!!
¡Nos vemos pronto!
genteeeeeeeee!!!
ResponderEliminarze idea ona euki dezutenn!!!! segi idaztennn!! ta zaitu....