viernes, 14 de junio de 2013

Amritsar 2, "El ataque de los Sij"



Según nos levantamos, sin parar a desayunar, nos dirigimos al Templo Dorado de nuevo, para verlo de día, con una iluminación y perspectiva diferente. La imagen que ante nosotros se mostró, no defraudaba.



El complejo palaciego, resaltaba más blanco aún, y el templo brillaba y resplandecía con todo su esplendor.
Visitamos el museo y la torre erigida en memoria del príncipe que se suicidó a la edad de nueve años; de ahí que la torre tenga 9 pisos.
Después nos dirigimos a Jallianwala, la plaza donde el general Dyer ordenó la matanza contra el pueblo indio al sublevarse ante el imperio británico en tiempos de Gandhi. Hoy en día todavía se pueden ver los impactos de bala en las paredes.

La plaza en sí es muy bonita y está muy bien cuidada. En ella, se juntan turistas e indios locales. Entre esa multitud, nos encontramos un tipejo que rebasó el límite del acoso.
Se acerco como suele ser costumbre en este país a preguntar con curiosidad sobre nuestra procedencia y el por qué de nuestra estancia en el país. Normalmente, seguido nos piden una foto y se marchan. Sin embargo, este Sij, o quería algo más, o no se decidía, por lo que decidió acompañarnos durante todo el paseo por la plaza.


Le lanzamos indirectas como: “No, tu no salgas en la foto”, pero él no terminaba de pillarlas. Al fin, justo antes de llegar  a la salida, nos pidió un par de fotos. Pensábamos que se iría, pero decidió seguirnos, hasta que justo en la misma salida, mientras llevábamos una conversación, vio a sus amigos y salió corriendo a enseñarles la foto.
Nos dirigimos al Palacio de Plata en un rickshaw que alegremente nos estafó. Nos hubiera gustado ayudar a los bici-rickshaw, pero los precios salían de nuestro presupuesto.
El Templo de Plata, no está mal. Sin embargo, es muy pequeño, y no tiene nada que ver con el Templo Dorado; y después de haber visto este último, el de plata no impresiona tanto.



Decidimos pues, visitar el tercer y último templo, el templo de Mata (en honor al jugador del Chelsea).
Este templo, era cuanto menos curioso. Según llegamos a la entrada, pensamos que se trataba de una broma, ya que ante nosotros teníamos una estructura rosa y con figuritas y luces de colores. Era la mezcla perfecta entre barracas y puticlub.
Un poco desilusionados, nos adentramos en la Casa del Terror…y para nuestra sorpresa, ¡descubrimos uno de los mejores y más divertidos templos!    


Entresijos de escaleras, cuevas, ríos, muñecos, caras de Kiss, espejos que deforman tu imagen… ¡atracción con diversión sin límite!


Después de tanta emoción, regresamos al Templo Dorado, a observarlo por última vez y para pasar la tarde.
Descansábamos tranquilamente, leíamos, charlábamos y contemplábamos a la gente pasar. En una de estas, pasó el rey de los sij, el gran sacerdote, un tío que no era de este mundo, y por lo tanto, tampoco tenía su mente en él.
La religión de esta gente, les invita a no cortarse el pelo jamás, y a llevarlo siempre cubierto. Este personaje, lo cumplía a rajatabla, juzgadlo vosotros mismos.
A su izquierda, se encontraba otro que iba por el mismo camino, que nos dió una buena charla en hindi, a pesar de que le repetimos varias veces que no le entendíamos.




Mientras lo contemplábamos sucedieron 2 acontecimientos importantes.
Un señor empezó a hablar con Ruiz y le contó su vida. También le puso al corriente de la actualidad india, en especial sobre el movimiento Sij, y le desvelo el  título de la nueva película de Star Wars: El ataque de los Sij
Según este señor, Sijs de todo el mundo, estaban aportando dinero para realizar un ataque (político-militar) contra India para reclamar la independencia y soberanía de su pueblo.
Al mismo tiempo, el resto de miembros, disfrutábamos de la compañía de un joven y un niño. Al igual que todos los demás se acercaron con aparente curiosidad. Sin embargo, el joven, tenía otras intenciones, puesto que les había echado el ojo a las chicas.
Se sentó, hizo algunas preguntas banales para entablar conversación y seguido le preguntó a Uriarte si tenía alguna relación amorosa con ellas. Poco avispado, contestó que no, y si la cagada ya estaba hecha, Ainara se encargó de rematarla diciendo que su novio la esperaba en EH en vez de decir que Ruiz era su amante, ya que reaccionamos justo a tiempo para emparejar a Alejo con Ainhoa.
Esto le llevo a Ainara a sufrir un pequeño acoso por parte del indio en el que le invitó a su casa en repetidas veces, le preguntaba si le quería, le echaba piropos y en el que hasta le dedicó un poema y una frase de amor: “I’ll miss you always” .



Llegó la hora de partir, y nos dirigimos a la “estación de buses” en taxi; y menos mal, puesto que la estación eran varias calles sin ningún orden aparente, y la compañía que aparecía en nuestros billetes no existía.
Con la ayuda del taxista, descubrimos de donde salíamos y esperamos a que llegase “el autobús de los presos”. Decimos esto, puesto que sentimos lo más parecido a estar encarcelados. Los compartimentos en los que debíamos dormir, eran de 2 metros cuadrados; y no es ninguna broma ni exageración.
Bien juntitos, al roce y dándonos mucho amor mutuamente, nos despedimos en nuestros niditos de amor de esta ciudad, rumbo a Delhi.



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