Según nos levantamos, sin parar a desayunar,
nos dirigimos al Templo Dorado de nuevo, para verlo de día, con una iluminación
y perspectiva diferente. La imagen que ante nosotros se mostró, no defraudaba.
El complejo palaciego, resaltaba más blanco
aún, y el templo brillaba y resplandecía con todo su esplendor.
Visitamos el museo y la torre erigida en
memoria del príncipe que se suicidó a la edad de nueve años; de ahí que la
torre tenga 9 pisos.
Después nos dirigimos a Jallianwala,
la plaza donde el general Dyer ordenó la matanza contra el pueblo indio al sublevarse
ante el imperio británico en tiempos de Gandhi. Hoy en día todavía se pueden
ver los impactos de bala en las paredes.
La plaza en sí es muy bonita y está muy bien
cuidada. En ella, se juntan turistas e indios locales. Entre esa multitud, nos
encontramos un tipejo que rebasó el límite del acoso.
Se acerco como suele ser costumbre en este
país a preguntar con curiosidad sobre nuestra procedencia y el por qué de
nuestra estancia en el país. Normalmente, seguido nos piden una foto y se
marchan. Sin embargo, este Sij, o quería algo más, o no se decidía, por lo que
decidió acompañarnos durante todo el paseo por la plaza.
Le lanzamos indirectas como: “No, tu no salgas en la foto”, pero él no terminaba de pillarlas. Al fin, justo antes de llegar a la salida, nos pidió un par de fotos. Pensábamos
que se iría, pero decidió seguirnos, hasta que justo en la misma salida,
mientras llevábamos una conversación, vio a sus amigos y salió corriendo a enseñarles
la foto.
Nos dirigimos al Palacio de Plata en un
rickshaw que alegremente nos estafó. Nos hubiera gustado ayudar a los
bici-rickshaw, pero los precios salían de nuestro presupuesto.
El Templo de Plata, no está mal. Sin embargo,
es muy pequeño, y no tiene nada que ver con el Templo Dorado; y después de
haber visto este último, el de plata no impresiona tanto.
Decidimos pues, visitar el tercer y último
templo, el templo de Mata (en honor al jugador del Chelsea).
Este templo, era cuanto menos curioso. Según
llegamos a la entrada, pensamos que se trataba de una broma, ya que ante
nosotros teníamos una estructura rosa y con figuritas y luces de colores. Era
la mezcla perfecta entre barracas y puticlub.
Un poco desilusionados, nos adentramos en la
Casa del Terror…y para nuestra sorpresa, ¡descubrimos uno de los mejores y más
divertidos templos!
Entresijos de escaleras, cuevas, ríos,
muñecos, caras de Kiss, espejos que deforman tu imagen… ¡atracción con
diversión sin límite!
Después de tanta emoción, regresamos al
Templo Dorado, a observarlo por última vez y para pasar la tarde.
Descansábamos tranquilamente, leíamos, charlábamos y contemplábamos a la gente pasar. En una de estas, pasó el rey de los sij, el gran sacerdote, un tío que no era de este mundo, y por lo tanto, tampoco tenía su mente en él.
La religión de esta gente, les invita a no cortarse el pelo jamás, y a llevarlo siempre cubierto. Este personaje, lo cumplía a rajatabla, juzgadlo vosotros mismos.
A su izquierda, se encontraba otro que iba por el mismo camino, que nos dió una buena charla en hindi, a pesar de que le repetimos varias veces que no le entendíamos.
Mientras lo contemplábamos sucedieron 2 acontecimientos importantes.
Descansábamos tranquilamente, leíamos, charlábamos y contemplábamos a la gente pasar. En una de estas, pasó el rey de los sij, el gran sacerdote, un tío que no era de este mundo, y por lo tanto, tampoco tenía su mente en él.
La religión de esta gente, les invita a no cortarse el pelo jamás, y a llevarlo siempre cubierto. Este personaje, lo cumplía a rajatabla, juzgadlo vosotros mismos.
A su izquierda, se encontraba otro que iba por el mismo camino, que nos dió una buena charla en hindi, a pesar de que le repetimos varias veces que no le entendíamos.
Mientras lo contemplábamos sucedieron 2 acontecimientos importantes.
Un señor empezó a hablar con Ruiz y le contó
su vida. También le puso al corriente de la actualidad india, en especial sobre
el movimiento Sij, y le desvelo el título de la nueva película de Star Wars: El
ataque de los Sij
Según este señor, Sijs de todo el mundo,
estaban aportando dinero para realizar un ataque (político-militar) contra India
para reclamar la independencia y soberanía de su pueblo.
Al mismo tiempo, el resto de miembros, disfrutábamos
de la compañía de un joven y un niño. Al igual que todos los demás se acercaron
con aparente curiosidad. Sin embargo, el joven, tenía otras intenciones, puesto
que les había echado el ojo a las chicas.
Se sentó, hizo algunas preguntas banales para
entablar conversación y seguido le preguntó a Uriarte si tenía alguna relación
amorosa con ellas. Poco avispado, contestó que no, y si la cagada ya estaba hecha,
Ainara se encargó de rematarla diciendo que su novio la esperaba en EH en vez
de decir que Ruiz era su amante, ya que reaccionamos justo a tiempo para
emparejar a Alejo con Ainhoa.
Esto le llevo a Ainara a sufrir un pequeño
acoso por parte del indio en el que le invitó a su casa en repetidas veces, le
preguntaba si le quería, le echaba piropos y en el que hasta le dedicó un poema
y una frase de amor: “I’ll miss you always” .
Llegó la hora de partir, y nos dirigimos a la
“estación de buses” en taxi; y menos mal, puesto que la estación eran varias
calles sin ningún orden aparente, y la compañía que aparecía en nuestros
billetes no existía.
Con la ayuda del taxista, descubrimos de
donde salíamos y esperamos a que llegase “el autobús de los presos”. Decimos
esto, puesto que sentimos lo más parecido a estar encarcelados. Los
compartimentos en los que debíamos dormir, eran de 2 metros cuadrados; y no es
ninguna broma ni exageración.
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