sábado, 22 de junio de 2013

Pushkar



Pushkar es una pequeña ciudad en la que no hay prácticamente nada que hacer. Pero la elegimos a conciencia, puesto que nos pareció un lugar idóneo para reponer fuerzas y prepararnos para la otra mitad del viaje que teníamos por delante. Desde ese punto de vista, fue todo un acierto.



Llegamos a Pushkar por la tarde, y lo primero que hicimos después de realizar el check-in con el manager que estaba enfadado con el Mundo en general, fue darnos una vueltita por la ciudad sagrada y ver los Ghats. Intentamos bajar por uno de ellos al azar, y resultó que era el de Ghandi (más tarde descubrimos que parte de sus cenizas se habían esparcido en ese lago). Los embaucadores comerciantes, nos vinieron a molestar, engañándonos para que les comprásemos florecillas y pulsera, porque era la tradicíon.


Debido a ello, no bajamos por ese ghat y seguimos caminando, hasta llegar casi al final de la ciudad, donde encontramos un bonito mirador para ver el atardecer.
Después de ver a personajes peculiares, fuimos a cenar y nos acostamos.



 La mañana siguiente, decidimos tomárnosla con tranquilidad, y la primera medida que tomamos, fue NO madrugrar. Pensamos en repetir el restaurante de la cena de la noche pasada, puesto que estuvo bien, y los precios eran muy buenos. Al acudir al recinto, estaba vacío, éramos los únicos clientes, y solo había un camarero. 



Nos tomó nota mental, ya que no quiso apuntar, aunque se lo pedimos. Habíamos pedido bastantes cosas, y en algunas, pedimos que nos realizara algunos cambios, como podía ser cambiar la leche por yogurth.  Le pedimos que tomara nota con papel y lápiz, pero se negó, y el resultado, como no podía ser otro, no fue el deseado.
Cometió algunos errores, eso por no comentar que tardó 2h, y no exageramos, en servirnos.
A estas alturas en cambio, ya estábamos curados de espanto, y como no teníamos ninguna prisa, nos lo tomamos con mucho humor y nos echamos una buenas risas.
Casi ya al medio día, dimos una vuelta por la ciudad y Juan y Uriarte decidieron bañarse, en este lago sagrado al que los hinduistas están obligados a venir al menos una vez en la vida, como al Ganges en Varanasi.




La comida la hicimos en un restaurante en el que tú te acomodabas en la 2º planta y ellos te subían la comida con poleas. Uriarte tenía mono de dulce, por lo que decidió tomar el especial del día: tarta de frutas. Sin embargo, cuando el camarero la trajo, ninguno de los presentes pudo contener la risa: un bocadito, un pequeño pastelillo nada más.


Después de cenar, los chicos decidieron irse al hotel para ducharse y quitarse la mierda del rio, y las chicas fueron a dar una vuelta.


Quedamos en el mirador del día anterior para ver el amanecer. Lamentablemente, eso solo fue posible para ellas, puesto que los chicos se perdieron y aparecieron en la otra punta de la ciudad.




1 comentario:

  1. Compartiría el pastelito ... ¿no?
    ¡juás, juás, juás, ....!
    Si le da pena hasta comérselo.
    ¡juás, juás, juás, ....!
    ¿Lo guardó en la mochila y se lo trajo pa casa?
    ¡juás, juás, juás, ....!

    ...
    "Los chicos se perdieron" ... dan ganas de cambiarse de sexo.
    ....
    ¡jó, vaya día que tengo!

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