El viaje hacia Jaisalmer, fue largo y accidentado. Esto último lo comentamos porque pinchamos una rueda. Pero bueno, en cuestión de minutos, se cambió y retomamos el camino.
También realizamos otra parada, ya que en medio del trayecto, vimos una manada de camellos. Ruiz y Uriarte salieron a hacerse fotos, y mientras lo hacían, apareció el camellero amenazante pidiendo dinero desde lo alto de un fiero camello.
No entendíamos lo que nos decía, pero estamos seguros de que estaba ordenando al camello atacarnos...afortunadamente, escapamos sanos y salvos...primer enfrentamiento con la muerte animal superado.
Llegamos
a Jaisalmer, y la ciudad dorada se nos muestra en todo su esplendor, haciendo honor a su nombre.
Un fuerte en lo alto de una colina, se ve rodeado por un paisaje arenisco, creando una vista de ensueño.
El hotel, parecía salido de un cuento, y las habitaciones eran...como decirlo...muy "cucas".
Estábamos cansadetes, y como la ciudad era pequeña y teníamos otros 2 días por delante, decidimos quedarnos en la magnífica terraza del hotel, contemplando el paisaje, descansando y tomando unos beverages. Así llego la hora de cenar, y cenamos prácticamente todos lo mismo, fuera cual fuera el plato: cebolla con condimento, ya fueran espaguetis, pizza o sopa!
Al día siguiente, tocó madrugar para escapar del sol infernal, cosa que parecía imposible, puesto que a las 8 de la mañana ya abrasaba.
Primera visita: el fuerte.
De camino, el nerviosismo se apoderó de nosotros, puesto que numerosos autobuses del IMSERSO llegaban sin parar.
Rodeado de mucha, pero mucha gente, observamos los primeros templos jainistas de nuestro viaje.
Eran minúsculos y a pesar de tener su encanto, el haber pagado una pasta por verlos y el estar atosigados por tanta gente, no nos generó el mejor recuerdo.
Recorrimos las calles, ya que dentro del fuerte, hoy en día vive gente, y eso le da una magia especial. Anduvimos por las callejuelas viendo a la gente convivir, limpiar, a los niños jugar...
Después acudimos al Palacio. Tenía mucho detalle, y el recorrido acompañado por una audio-guía, resulta muy interesante. Subir a lo alto del palacio, nos desveló una imagen encantadora, puesto que podíamos ver toda la ciudad a nuestros pies.
Luego comimos y seguido fuimos al lago. Dudábamos si iba a tener agua, y afortunadamente la tenía, aunque no mucha.
Aún así era bonito, y los animales que allí habitaban, le daban otro color.
Entre los animales, sucedió algo atípico. Un perro, se adentró en una bandada de palomas.
Nuestro comentario fue: Mirad, ese perro no impone - puesto que las palomas ni se inmutaron.
Acto seguido, el perro se agachó sin ningún tipo de esfuerzo, rapidez ni nerviosismo, y cazó una paloma con sus fauces.
Se nos acercó entonces un indio a preguntar sobre nuestra vida y procedencia. Al decirles que veníamos de Euskal Herria, se mostró muy interesado, y nos asombró con sus conocimientos sobre nuestro país. Un gudari.
De regreso al hotel, nos topamos con los javelis, antiguas mansiones.
Espectaculares, nos sirvió para imaginarnos a que nivel de confort vivían los ricos de la zona y con la ayuda del guía comprendimos el por qué de la altura de las puertas o la dirección de las escaleras.
Bien culturizados volvimos al hotel para despedir el día.
El próximo día se presentaba diferente, ya que cambiábamos las construcciones humanas por las de la naturaleza: íbamos de excursión al desierto del Thar a pasar la noche bajo las estrellas.
La ida en camello estuvo bien, aunque termina por cansar, ya que ir subido en ese vil animal jorobado no es lo más cómodo. Además, el trayecto era plano y no disfrutamos de ninguna duna.
Sin embargo, vimos como un camello le daba una patada al camellero, un niño de unos 12 años, derribándole y lanzándolo al suelo. También un camello con unos andares muy graciosos puesto que tenía las patas atadas. Luchando por su libertad corría y se escapaba de la opresión humana. A pesar de ser muy cruel, le llamamos Michael Jackson.
Al llegar a la meta, pudimos ver a los camellos retozarse en la arena y aprovechamos a caminar sobre las dunas, que al fin aparecieron ante nuestros ojos.
El camino de regreso, fue mucho más bonito, puesto que fuimos entre dunas. En una de ellas, paramos para ver el atardecer. Llegó entonces un tipo variopinto que te preguntaba tu nombre y te cantaba como un poseso mientras acompañaba su sonata con unas castañuelas.
Llegados al campamento base, cenamos unas "cortezas de cerdo de colorines" y un poco de comida india.
Para amenizar la cena, 3 músicos se presentaron a cantar: el poseso de las dunas y sus 2 camaradas.
¡Malos a no poder más!
Tras la cena, fuimos a pasar la noche al desierto. En el camino disfrutamos de dos cosas: los pedos del camello y el reencuentro con Michael Jackson, que se asustó cuando el camellero le enfocó con la linterna.
Así pues, dejamos que morfeo se apoderase de nosotros en esa noche única bajo un manto de estrellas, mientras intentábamos reconocer las constelaciones y buscábamos alguna fugaz.
El despertar también tuvo premio, y nos pudimos despedir de Jaisalmer viendo el amanecer entre dunas.
¡joé, no me dejéis con la mosca!
ResponderEliminarExplicarme eso de "el tamaño de lass puertas y la dirección de las escaleras".
Anda que ... ¡vaya manuales de usuario que vais a escribir!.
Hola Juan Mari, dejamos cabos abiertos para que la gente pregunte e interactúe, un servicio premium para los interesados jeje.
EliminarHay dos versiones la oficial y la mía:
Todo el estado del Rajasthan es un desierto que ha sido dominado por la tribu guerrera los Rajputs. Estos solían disputar bastantes batallas contra distintos enemigos y por ello cada ciudad tiene su fuerte. El hecho de construir puertas pequeñas tenía una doble función:
Por un lado obliga al que entra a mostrar respeto y veneración al tener que agacharse e inclinarse hacia adelante, emulando una reverencia.
Por otro lado en pleno asalto del enemigo, el obligarle a agacharse para pasar las puertas sirve para esperarle al otro lado de la puerta y aprovechar para cortarle la cabeza según esta entrando.
Mi versión es que sólo es una manera de putear a los occidentales, ya que ellos son mucho más bajos!! un par de días más y me ponen una cuerda para hacer de camello de la joroba que me estaba saliendo!!
En cuánto a la dirección de las escaleras de caracol, es algo que también se da en los castillos y fortalezas europeas. Se sube hacia la izquierda, ya que casi todos los guerreros eran diestros, de este modo el defensor que empuña la espada desde arriba tiene total libertad para moverse, mientras que el atacante se ve molestado por la columna central en torno a la que gira la escalera añadiendo esta desventaja a la de encontrarse a un nivel más bajo. El único edificio donde he visto una escalera de caracol orientada hacia la derecha fue en la torre de la mezquita de Delhi, la cuál no esta pensada para defenderse de un ataque.
De regalo añadimos otro aspecto militar curioso que nos explicaron. Todas las puertas de los palacios están situadas justo detrás de una curva de 90 grados. El motivo es que los elefantes, no pudiesen cargar a modo de arietes al perder la fuerza de la carrera al tomar la curva.
Hasta aquí la lección de hoy... si no hay más dudas