Llegamos al hotel y nos quedamos anonadados. Un tugurio, pocilga, ciénaga, antro...numerosos son los nombres que le podíamos dar, pero nos quedaremos con el Ratarock, ya que en nuestra estancia tuvimos la agradable compañía de un roedor y un... ¡centinela mono!
El manager era un discapacitado que se valía de su enfermedad física para embaucarte. Es la persona más ruin, mentirosa y ladrona que hemos conocido en el viaje.
Podríamos pasarnos horas describiendo el hotel y al mafioso que lo regentaba, pero es mejor que leáis las críticas de hostelworld y tripadvisor. Con suerte, leeréis la del muerto y os divertiréis un rato.
Decidimos darnos una vuelta por los Ghats del Ganges y ver lo que se cocía: un paisaje encantador.
Alquilamos una barquita y el capitán nos llevó a lo largo del rió. La primera parada la hicimos en un crematorio al aire libre.
El "cura" encargado del embarcadero hacia el más allá, se ofreció a enseñarnos el lugar e informarnos a cambio de que al final hiciéramos una donación por la cuantía que deseásemos y no sacásemos fotos.
Nos gustó el hecho de que fuera con la verdad por delante: iba a pedirnos dinero.
No sabíamos la que nos iba a caer encima...
Pudimos pasearnos entre las hogueras de muertos, que gracias a la madera que se usa, no huele tan mal, y pudimos oír el crepitar de los cuerpos entre las llamas. El fuego los consumía, y los huesos se iban desquebrajando, soltándose de las ataduras del torso.
Llegó el momento de pagar, y decidimos pagarle con el dinero del bote. Sin embargo, el sepulturero cogió el dinero de Ruiz muy agradecido y se dirigió a los demás: Muy bien, ahora vosotros. Le explicamos que ese era el dinero de todos, que la donación era común.
Él respondió que para que tuviésemos buen carma, era necesario que hiciésemos la donación individualmente.
Juan decidió darle 10 rupias, cosa que al tipo le pareció poco. Le decía que le diera más, y le presionaba para que soltase más. Llegó un momento en el que Juan se cansó y le dijo que lo tomase o lo dejase pero que no le iba a dar más.
Entonces el cura, le dijo que si él se sentía bien, que no pasaba nada, que no había obligación de donar más, pero entre dientes, le lanzó una maldición que acabo dejándolo K.O. por un día en las mejores camas del mejor hotel del mundo.
Del crematorio, el capitán, nos llevo a ver la punja, la ofrenda diaria que se hace al Ganga, por ser un dios protector.
Aunque la ofrenda termina por ser larga y aburrida, la primera vez nos gustó mucho.
Una vez terminada, nos dirigimos a una escuela de música, en la que nos dieron un concierto privado con unos timbales y una especie de guitarra típica de la india.
El concierto fue muy extraño, ya que los dos músicos parecían ir descompasados aunque en momentos se unían en una única melodía.
Sin ser nada brillante, nos sirvió para conocer un poco más la cultura folclórica india. Además, pudimos ver un retrato de Jigsaw tocando la guitarra.
Para finalizar el día fuimos a cenar al Monalisa, y ahí encontramos al personaje que más nos ha marcado inspirado y deslumbrado: Raul.
Al escucharnos hablar castellano se acercó y nos dijo:
-¿Sois españoles?
-Vascos y el de Zaragoza
-¡Ah!, yo también soy de Zaragoza. Mirad chavales, yo no soy un tipo violento, pero el otro día un indio me atropello con la moto y me quedé tendido en el suelo. Al recobrar la conciencia, se estaba intentando escapar, pero le cogí y le metí una hostia. También le cogí las llaves y pensé en tirárselas al mar.
Menos mal que no era violento...jajaja
Fuera bromas, Raul fue un descubrimiento sin nombre. Nos empapó de cultura india, budismo, religión, política, filosofía...todo ello amenizado con pasajes de su vida y su punto de vista.
Nos gustó tanto su compañía y disfrutamos tanto de sus relatos, que durante las 3 próximas noches fuimos en su busca.
Los siguientes días, los pasamos recorriendo los ghats, perdiéndonos en las callejuelas de la ciudad que probablemente más encanto haya tenido, visitando la universidad (un error pues no tiene nada de especial) y visitando la zona budista de la ciudad.
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